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08 enero, 2010

Calmar el llanto del bebé

Cuando nuestro bebé llora desconsoladamente, una vez confirmado que no tiene hambre, sueño o está mojado, nos queda ofrecer algunas soluciones que pueden ayudarle a sentirse reconfortado. Veamos algunas cosas que podemos intentar para calmar el llanto del bebé.

Pensemos que el bebé humano nace, por decirlo de alguna manera, antes de tiempo. El tamaño de nuestro cerebro, y por tanto de la cabeza, hace necesario que nuestras criaturas nazcan cuando todavía su desarrollo no les permite una comunicación autónoma. El llanto, por tanto, cumple esta función al comienzo de su vida.

Pero no siempre el llanto responde a los cuidados básicos. Cuando estas necesidades de alimentación, sueño o comodidad estan cubiertas el pequeño puede seguir llorando. La mayoría de las veces responden bien al contacto físico, pues es a través del cuerpo por el que sienten nuestra protección y ternura. La primera opción es tomarlo en brazos.

Puesto que el niño, en el útero, se sentía contenido y rodeado por nuestro cuerpo, reproducir las sensaciones uterinas es una manera muy útil forma de ofrecerles consuelo.

Envolver al bebé

Envolver al bebé es una costumbre ancestral que muchas culturas han mantenido. Nosotros no solemos hacerlo pero existen técnicas para aprenderlo. El envolvimiento del bebé consiste en rodear su cuerpo con una manta cuadrada, cerciorándonos de que sus bracitos y piernas queden dentro del arrullo. Al comienzo seguirá llorando pero al poco tiempo es frecuente que se vaya calmando.

Tumbarlo sobre nosotros

Otra cosa que podemos intentar es tumbar al bebé sobre nuestro vientre, dejándo que sienta nuestra piel y nuestro olor. No es una posición adecuada para dormirnos nosotros pero si para que el niño se relaje.

Ruido blanco

El ruido blanco, del que ya hemos hablado, ejerce también un efecto calmante. Si tratamos de imaginar los sonidos que le llegaban en el vientre materno podemos hacernos una idea de lo que él estaba acostumbrado a escuchar, se trata del ruido blanco.

Una mezcla suave y amortiguada de los sonidos externos, la voz de la madre, el latido del corazón y el movimiento de nuestros órganos, se sumarían creando una sinfonía sorda.

Muy suavito hacer el sonido que usamos para acallar, “shshshhhhh”, es muy relajante para ellos, es como si el líquido en el que vivieron nueve meses cantase para ellos de nuevo. No es necesario murmurar, pero tampoco gritarlo, solamente bastará con hacerlo cerca de él en el tono necesario para que lo escuche. Palabras dulces y cariñosas pueden intercalarse.

El ruido de fondo de una radio mal sintonizada o incluso un aspirador o un secador de pelo son también agradables para algunos bebés.

Balanceo

Otra técnica que podemos intentar es el balanceo. Cuando el bebé estaba en el vientre no permanecía en un receptáculo sin movimiento, sino que su cuerpo recibía los estímulos, amortiguados, de nuestros movimientos. Al caminar el se movía suavemente flotando en el líquido amniótico y reproducir en lo posible esas sensaciones es muy agradable para el recién nacido.

Además de tomarlo en brazos y acunarlo rítmicamante podemos intentar proporcionarle esa sensación de balanceo de otro modo. Sentados, con los pies ligeramente separados y las rodillas juntas, colocaremos al bebé sobre su estómado o de lado, y moveremos rítmica, rápida pero delicadamente las piernas de forma acompasada.

Succión no nutritiva

Por supuesto no podemos dejar de lado la mejor de las soluciones que nos ofrece la propia naturaleza del bebé para calmarse, la succión. Succionar no solamente sirve para alimentarse, es además una sensación que reconforta al niño, posiblente al representar la máxima conexión física con su madre a través del amamantamiento.

Ofrecer el pecho aunque estemos seguros de que el niño no tiene hambre es la mejor de las técnicas que podemos ofrecer para calmar al bebé. Maman y eso hará que un poco de leche brote, aunque sean unas gotas, y les proporciona una cálida sensación de calma.

El dejar que el niño se prenda al pecho es también válido en algunos casos incluso si no tenemos leche y el niño se alimenta con el biberón. Un pecho que no da leche sigue siendo el mismo objeto suave que pueden chupar y servir para calmar al bebé.

Yo he ofrecido mi pecho a bebés de mis amigas que estaban en ese momento ausentes, siempre, por supuesto, con el permiso de su madre, y ha resultado sorpresivamente muy efectivo. Puede parecer extraño si no lo hemos hecho nunca, pero la costumbre de amamantar o calmar con el pecho a niños de otras mujeres es algo que en otras culturas no llama tanto la atención como en la nuestra.

Si el niño ha sido recientemente destetado esto puede funcionar muy bien, o por el contrario, hacerle enfadar si espera una leche que no brota. Cada niño reacciona de manera diferente. Si la madre desea intentarlo no hay nada que lo impida, todo depende de ella y de su hijo, ambos deben sentirse cómodos con esta solución. Si la madre se siente incómoda puede ser contraproducente y no hay que forzarse.

También podemos recurrir al chupete, que le ofrece una manera de colmar su necesidad de succión calmante, y siempre es mejor ofrecerlo en brazos, con toda la ternura y acompañándolo de contacto ocular.

Conclusión

De todos modos cada niño es diferente y lo que a uno de ayuda puede que a otro no le agrade. Todo consiste en escucharlo y respetar sus necesidades, atentos a sus reacciones y ofreciendo diferentes posibilidades hasta encontrar la que mejor se adapta a él. Con estas ideas cada familia puede encontrar el modo mejor con la que calmar el llanto del bebé.