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17 octubre, 2008

Principales armas de seducción de los niños

Al cumplir el año, los elementos estrella de la comunicación de los niños son sus gestos. Su mirada, su caminar vacilante, su risa... Para nosotros sus gestos tienen poderes mágicos: nos enternecen y fascinan. Toma nota de sus principales armas de seducción.

Con un año la comunicación de los niños se basa en algunos gestos y cuatro palabras. Su encanto ilimitado y su ingenio hacen que consigan todo lo que quieren. Poco a poco van tomando conciencia de lo mucho que nos fascinan sus gestos y aprenden a explotarlo.

Lo consiguen todo señalando y balbuceando. Verlo con el dedito estirado señalando una galleta nos enternece tanto que se la damos. Los aplausos y los saludos son otros gestos mágicos que, de vez en cuando, nos regala nuestro niño. A nosotros nos fascina este tipo de comunicación, y hacemos todo lo que nos pide para demostrarle que lo hemos entendido.

Sus primeras palabras

La llegada de las primeras palabras hacen la delicia y crean la expectación de toda la familia. "Papá" y "mamá" son las más comunes, aunque no tiene porque ser así. Nuestro bebé pronto descubrirá que, cuando nombra a las personas, consigue atraer toda su atención. Nada hace más efecto en una madre que escuchar la palabra "mamá" de boca de su pequeño.
Después de los gestos y los balbuceos llegan los intentos de nombrarlo todo, tarea en la que todos colaboramos gozosamente. Les encanta aprender palabras nuevas e intentar repetir todo lo que decimos. Nosotros nos entregamos a sus constantes demandas, aunque debemos tener en cuenta sus límites y no pedirles más de lo que pueden decir.

¡Que serios se ponen!

  • Más allá de sus gestos y palabras, lo que más nos enamora de los pequeños de un año es el tesón y la seriedad con la que realizan cualquier tarea. Meten, sacan, apilan y traen cosas con infatigable voluntad.
  • La imitación es otro de los mecanismos de aprendizaje. Repiten todo lo que hacemos. Es bastante común encontrar a los niños de año y medio paseando por la casa con la manita en la oreja y chapurreando una animada conversación con un teléfono móvil imaginario.

Necesitan que los adultos les comprendan

Nosotros tenemos que tener la mente abierta y comprender lo que nuestro hijo quiere expresar. Cuando estemos viendo un libro y señale un animal, puede que se refiera a lo que le gustó de la visita al zoo del día anterior, no al animal de la historia.
El pequeño insistirá hasta que hagamos comentarios sobre lo que está pensando y nosotros tenemos que descifrar lo que quiere decir.