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24 julio, 2013

15 formas sencillas de estimular a tu bebé

El cerebro de tu bebé es una esponja. Para aprender, solo necesita que le ofrezcamos la posibilidad de experimentar. Aquí tienes 15 ideas prácticas para ayudarle a descubrir el mundo.

Música de Mozart, fichas para aprender a leer, un módulo de psicomotricidad… El bebé no necesita esas cosas para crecer sano y feliz. El movimiento y la estimulación son los únicos alimentos que necesita su cerebro, y su mejor herramienta de aprendizaje... ¡somos nosotros! En casa, sin preparación especial, podemos ayudar a nuestro peque a sentar una buena base sobre la que reposará todo lo que aprenda después. El primer año de vida es una época dorada, nunca después adquirirá tantos conocimientos en tan poco tiempo ni tan importantes para su desarrollo. Qué responsabilidad, ¿no?

No hay que agobiarse. Nuestro peque es más listo de lo que parece. Como todos los bebés del mundo, viene de serie con una serie de reflejos primitivos que le empujarán a gatear cuando toque, a sentarse y ponerse erguido cuando esté preparado...

Nosotros solo tenemos que acompañarle en ese proceso, y ofrecerle un entorno seguro donde desarrollar sus capacidades. Su cerebro es una esponja y, para aprender, solo necesita que le ofrezcamos la posibilidad de experimentar y que le animemos a descubrir el mundo por sí mismo. Estas son algunas cosas prácticas que podemos hacer para estimular al bebé.

1. Darle el pecho

Ya sabemos que la leche materna es lo mejor para su cuerpecito pero, además, también es perfecta para alimentar su cerebro. Los bebés nacen con un número determinado de neuronas que tienen que conectarse entre sí. Los ácidos grasos que están presentes en la leche materna ayudan a este proceso.

Además, cuando le damos de mamar, al cambiarle de pecho estamos favoreciendo la simetría corporal. De ahí que se recomiende alternar el lado de la toma también cuando toman biberón.

2. Tocarle mucho

Los bebés vienen de un medio acuoso y cerrado y tienen que aprender a saber cuáles son los límites de su cuerpo: dónde acaban ellos y dónde empieza el mundo, básicamente.

Cuando les masajeamos, se despiertan los receptores externos que les hacen darse cuenta de dónde están. Además, al niño que tiene problemas para iniciar la lactancia le ayudarán unos masajes en la palma de la mano y alrededor de la boca, al que tiene el intestino perezoso, en la barriguita...


3. Juegos de imitación

Cuando nacen, parece que solo comen y duermen... o no. En realidad, están deseando comunicarse con nosotros, desde el minuto uno. ¿Acaso no nos responden sacándonos la lengua cuando nos ven hacerlo a nosotros? El bebé va identificando a las personas que componen su círculo de confianza, ve que esas personas hablan, observa cómo abren la boca y producen sonidos, cómo acompañan los gestos de la cara al mensaje... Es una primera comunicación no verbal, que se completará cuando respondamos a sus grititos y gorjeos y les animemos a imitarnos.


4. ¡Al suelo!

Alrededor de los 9 meses, empezarán a gatear (insistimos, cada niño tiene su propio ritmo), pero a partir de los 6, ya podemos pasar ratitos en el suelo (pueden estar boca abajo desde el momento en que sostienen la cabeza), animarles con juguetes para que desarrollen la musculatura al intentar cogerlos o poner nuestras manos como tope si vemos que inician la marcha hacia atrás. Boca arriba, hay que intentar que hagan movimientos laterales hacia ambos lados, por ejemplo, llamando su atención con objetos, sonidos o... con su juguete más preciado: papá o mamá.


5. ¡Movimiento, por favor!

Todos los papás aprenden instintivamente que el balanceo, los movimientos rítmicos, ayudan a calmar al bebé. La constancia en determinados movimientos genera rutas, conexiones cerebrales que le ayudan a predecir qué va a pasar a continuación.

Es lo mismo que cuando le atendemos en cuanto nos reclama: “Lloro y mamá viene enseguida”, pensará.

6. Una casa a su medida

Durante el primer año, la casa se adapta al bebé y no al revés. Cuando empiezan a moverse solos necesitan un espacio que sea seguro para ellos, pero también donde puedan gozar de cierta libertad y no haya que decirles continuamente: “Eso no se toca”. Así que lo mejor es mantener fuera de su alcance todo lo que sea peligroso o se pueda romper (podemos ir enseñándole que lo es, dejando el objeto prohibido a su alcance para que aprenda que no lo puede tocar, pero que sea la excepción). En su cuarto necesitará espacio, suelo para moverse y tener los juguetes a mano.


7. Cerca del corazón

Si nuestro bebé es de los que se dejan envolver (hay otros que se agobian y no soportan no poder mover los brazos), resulta muy conveniente alternar periodos de libertad, por ejemplo, solo con el pañal, con otros en los que, ya sea envuelto en una toquilla o mantita en el carrito o con nosotros en el fular, vuelva a la seguridad del útero materno.

Llevarlos envueltos también desarrolla el tono muscular, porque los bebés hacen pequeñas presiones al intentar moverse y buscar los límites del espacio.


8. Mucho por investigar

No necesitan cacharros sofisticados, pero sí objetos de diferentes texturas, materiales o grosores. Pueden ser telas, cordones, tuppers, botellas de plástico, tapas, un palito, una hoja... Deben tener diferentes agarres, desde objetos grandes, como una pelota de trapo que vaya a manejar con la palma entera, a objetos pequeñitos que pueda coger con los dedos (para ayudarle a desarrollar el movimiento de pinza).


9. Pista de obstáculos

Antes de echarse a andar, necesitan dominar todos los movimientos (giros laterales, sentarse, ponerse de rodillas...). Para ayudarles a través del juego, podemos convertir nuestro salón en una sala de motricidad. ¿Cómo? Pues colocando un cajón a modo de obstáculo para rodear, cojines sobre los que pasar, una mesa para gatear por debajo, juguetes como meta y... el módulo más divertido: nosotros en el suelo para que nos escale o nos utilice como apoyo para ponerse de pie. “¡Ay, qué cosquillas!”.


10. I speak English

Para ayudarle a desarrollar la agudeza auditiva, podemos ponerle canciones en diferentes idiomas (basta con teclear en Google “músicas del mundo” y seguro que aparecen un montón). ¿Va a ser nuestro pequeño multilingüe con esto? Pues solo con esto no, pero su capacidad de discriminación de esos sonidos va a ser mayor y, por lo tanto, le resultará más fácil aprender nuevos idiomas.

Por cierto, una explicación para los papás que se celan porque el bebé se queda hipnotizado escuchando la voz de su mamá: es cierto que el recién nacido está más preparado para distinguir los sonidos agudos, pero a medida que pasen los meses, también escuchará perfectamente las voces más graves (es por eso por lo que dicen que la música de Mozart es mágica, porque tiene todas las frecuencias del sonido).


11. Juega conmigo

Aunque nuestro pequeño esté hecho un auténtico aventurero, hay ciertos juegos que no puede llevar a cabo sin nuestra colaboración: el aserrín aserrán, el caballito, guerra de cosquillas, el avión... Con todos estos juegos de movimiento desarrolla la musculatura, el equilibrio, disfruta con cierto nivel de peligro controlado... y algo no menos importante: cuando nos reímos juntos, los lazos se estrechan, la familia se hace más fuerte, construimos recuerdos.


12. Experimentar con la comida

En cuanto empiezan a probar distintos tipos de comida, es bueno dejarles que experimenten con ella. Si ya se sostiene sentado, puede ser uno más en la mesa familiar, sentado en su trona o en nuestro regazo. Se sorprenderá con todos esos nuevos sabores, olores y texturas, mejorará la motricidad fina al coger la comida con sus deditos y, lo más importante, asociará la hora de comer con un momento feliz junto a papá y mamá.


13. Proponerle retos

Los bebés tienen un montón de juguetes desde que nacen, pero ellos no necesitan tantos. El buen juguete es el que supone un reto, el que le da la oportunidad de ensayar, hacer algo y conseguirlo. Por eso es mejor agotar cada juego y, cuando lo haya conseguido, ir introduciendo otros que le supongan nuevos desafíos. Ojo, tiene que ser un reto asumible. Aunque es importante que empiecen a desarrollar tolerancia a la frustración, si el nivel de dificultad no está adaptado a su momento, no será interesante para él (es mejor guardar el juguete y ofrecérselo cuando haya avanzado más). Lo mismo pasa con los libros. Un bebé no necesita más de cinco cuentos. No quiere variedad. Quiere repetirlos, predecirlos, darse cuenta de lo que él sabe. Luego, los cambiaremos por otros cinco que serán sus favoritos del momento.

14. Retransmitirle la jugada

Por la calle, "¡mira, un camión!", en el baño: “ahora te voy a lavar el piececito, ahora las manos...”. Explicándole las cosas, le ayudamos a descubrir el mundo, a que le vayan sonando las palabras cotidianas y, además, al contarle lo que vamos a hacer en cada momento, él anticipa lo que va a pasar, lo que le da seguridad.


15. Aprendiendo a gatear y caminar

Cuando los niños empiezan a gatear (ya lo hemos dicho: en esa etapa, suelo, suelo y más suelo y si hay más niños y adultos ahí abajo, mucho mejor), el siguiente paso es que se sujeten y se eleven por sí mismos. Lo ideal es que dispongan de un sitio en el que apoyarse y que puedan rodear, por ejemplo, un correpasillos que sea relativamente pesado, que le cueste un poquito tirar de él y así le sujete. Está bien que les llevemos nosotros de la mano, pero cuando les dejamos solitos y ellos toman la iniciativa, se favorece su autonomía y su autoestima. El mensaje es: "Tú explora, mi niño, que aquí estoy yo por si acaso".