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28 junio, 2013

Consejos para que el bebé duerma tranquilo y feliz

Los bebés desde antes de nacer establecen unas fases de sueño que no corresponden a largos ciclos y por lo tanto no podemos pretender que al nacer, cuando además ya no están en el interior de mamá, en un entorno tan acogedor como el útero, duerman muchas horas seguidas, ni durante el día ni por la noche.

Pero sí podemos favorecer el sueño tranquilo del bebé (y ello no se contrapone a que se despierte varias veces) y del niño siguiendo unos sencillos consejos que ayudan a que su organismo esté dispuesto para el buen descanso. Mañana es el Día Mundial del Sueño Feliz, y os hablaremos sobre ello. Hoy como aperitivo os queremos dar nuestros consejos para que el bebé duerma tranquilo y feliz:

La temperatura de la habitación no ha de ser muy elevada, ya que el calor hace que el sueño sea más agitado. Además, la muerte súbita del lactante está relacionada con una temperatura elevada. Del otro extremo, hemos de controlar el frío, porque también impedirá que el bebé duerma bien, y podrá resfriarse.

La ropa justa. No conviene poner demasiada ropa de cama ni abrigar en exceso al niño. Las sábanas o mantas han de ser ligeras, de materiales que transpiren, del mismo modo que el pijama o pelele. El niño acalorado se despertará más a menudo. Lo mismo sucederá si el niño pasa frío.

La posición: se aconseja mantener al niño en posición supina (boca arriba) con la cabecita ladeada al menos durante el primer año de vida para prevenir el síndrome de la muerte súbita del lactante. La extensión de la recomendación de la postura de dormir boca arriba ha reducido significativamente las incidencias de muerte súbita. Para prevenir la plagiocefalia (una asimetría craneal) conviene que el bebé no duerma con la cabecita ladeada siempre al mismo sitio: hay que alternar la posición.

Sin almohada: hay que evitar almohadas o cojines, no solo por el riesgo de asfixia sino porque se puede deformar la curvatura natural del cuello. Como la cabeza del bebé es grande en relación al cuerpo y el cuello es corto, cuando está acostado boca arriba la cabeza queda alineada con la espalda. La cabeza quedaría inclinada con una almohada.

El bebé ha de alimentarse a demanda, no podemos intentar que coma más antes de acostarse, porque se fuerza el sistema digestivo del pequeño por la noche y esto puede alterar la calidad del sueño. Ya se despertará cuando tenga hambre, y en ese momento también hay que darle lo que pide, ni más ni menos. Seguirá durmiendo mejor.

Por otro lado y en relación al punto anterior y niños algo mayores, el alimento que se toma tarde se transforma en grasas más fácilmente (el niño no realiza actividad física durante muchas horas) y a lo largo del tiempo puede influir en un sobrepeso y favorecer la apnea, que dificulta el sueño.

Hay que procurar que el bebé tenga la nariz despejada y limpia para que pueda respirar por ella y mantener la boca cerrada (durante el primer año del niño, y tras establecer la lactancia, los bebés pueden utilizar chupete).

Iluminación: los expertos aconsejan que los bebés pequeños no duerman totalmente a oscuras durante el día para no alterar su ritmo circadiano que se está estableciendo, pero si hablamos de dormir por la noche, el asunto no está tan claro. Hay estudios que sugieren que dormir con la luz encendida podría incrementarse el riesgo de miopía, pero no se ha investigado este tema en profundidad para corroborar dicha relación. Una luz de acompañamiento puede ser cómoda para atender al bebé por la noche sin tener que encender la luz principal, aunque puede que el bebé también se sienta cómodo a oscuras y encendamos esa luz de acompañamiento solo cuando vayamos a atenderle.

Si el bebé se siente acompañado estará más tranquilo. Podéis escoger el colecho (siguiendo los consejos de seguridad) o la cohabitación, durmiendo en la misma habitación que el bebé. Si se acuesta antes que nosotros, o está en otra habitación, no debemos demorarnos en acudir a su lado cuando llore o notemos que está inquieto.

Seguir una rutina antes de acostarse por la noche puede favorecer el sueño: un baño, un masaje, una nana… aquello que tranquilice al bebé o niño. En este punto, como en muchos de los anteriores, cada bebé es un mundo y tendrá sus preferencias. Cuando crecen, nada de televisión o videojuegos antes de dormir.

Como vemos, hay factores del ambiente y otros relacionados con el propio organismo del niño, y a ellos se suma el tema del acompañamiento. Un bebé recién nacido reconoce a su madre por el olor, por la voz, y eso le va a dar tranquilidad.

Conforme pasen los días, reconocerá al papá y al resto de la familia, que lo son todo para él. Hemos de mantener la calma cuando pensemos que ya no nos queda paciencia si el niño ha pasado una mala noche. Nuestra calma contribuirá a su tranquilidad.

En definitiva, siguiendo estos consejos podemos favorecer el sueño tranquilo del bebé, pero no olvidemos que es saludable que se despierten por la noche y esos despertares en principio no indican que nada “funcione mal”. Lo más probable es que el bebé necesite comer, que le cambien el pañal o simplemente que lo cojamos en brazos.