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29 marzo, 2013

¿Quieres que tu bebé quiera comida basura? Aliméntate con ella durante el embarazo

A menudo explicamos consejos varios acerca de la nutrición en el embarazo por una razón obvia, somos lo que comemos, y por ello es importante cuidar nuestra dieta siempre, pero durante el embarazo, el bebé puede ser también aquello que una madre coma y un estudio reciente ayuda a demostrar esto que comento.

Esta investigación ha querido conocer cuál es el efecto de la comida basura cuando es ingerida durante el embarazo y han observado que cuando una mujer embarazada se alimenta con comida rápida su hijo adquiere el gusto por ella. Es decir, que la mejor manera de conseguir que un niño quiera comida basura es comerla durante el embarazo.

De las propiedades de la comida rápida creo que no hace falta hablar mucho. Resumiendo para no entrar en detalles, decir que tiene muchas calorías y que, por contra, aporta pocos nutrientes. Esto hace que sea un tipo de comida poco recomendable en una sociedad cada vez más obesa.

Como la obesidad durante el embarazo, además, hace que haya más riesgo de complicaciones como hipertensión, preeclampsia, diabetes y otros, lo ideal es evitar todos aquellos alimentos que la promuevan (vamos, llevar una dieta equilibrada).

Volviendo de nuevo al tema que nos ocupa, de la investigación se extrae que los cambios en la dieta materna afectan al circuito de señalización de opiáceos en el cerebro del recién nacido. Cuando comemos alimentos ricos en azúcar y grasas nuestro cerebro segrega opiáceos, haciéndonos sentir bien y haciéndonos, en cierto modo, necesitar dichos alimentos cuando dejamos de segregarlos (digamos que la respuesta de nuestro cerebro ante este tipo de alimentos es similar a la que sucede cuando se consumen drogas adictivas).

Lo que sucede cuando una mujer se alimenta de comida basura durante el embarazo es que los bebés se hacen más tolerantes a la comida basura y necesitan consumir más cantidad de esta comida, o más veces, para conseguir la misma sensación de bienestar. La consecuencia clara es que esos bebés serán niños con mayor riesgo de padecer obesidad (si acaban “pecando” con un abuso de la comida basura) y en consecuencia con mayor riesgo de padecer enfermedades de origen cardiovascular.

El estudio se hizo con ratas (todo hay que decirlo), pero los investigadores están muy convencidos de que este mismo mecanismo sucede también en los humanos y por ello los resultados deben utilizarse para estimular a las madres a llevar una dieta equilibrada, ya no solo para que no haya el mencionado “influjo maligno” durante el embarazo, sino también para que esa misma alimentación, llevada después al ser madre, estimule al niño a seguirla también. Ya sabéis que muchas de las cosas que hacen nuestros hijos las hacen porque nosotros somos su ejemplo.