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25 febrero, 2010

El desarrollo de los sentidos del futuro bebé

El feto experimenta en el útero un mundo de sensaciones y responde a los estímulos externos. Cada sentido (vista, oído, olfato, tacto...) se desarrolla a su propio ritmo.

Todos los estudios realizados sobre el desarrollo del feto (a través de ecografías y otras pruebas de diagnóstico prenatal) y en prematuros y recién nacidos lo han dejado claro: el futuro bebé experimenta en el útero materno un mundo de sensaciones y responde, a su manera, a los estímulos externos e, incluso, sueña.

La puesta en marcha progresiva del tacto, la vista , el gusto, el olfato y el oído a lo largo de estos nueve meses tiene una doble función: modelar su sistema nervioso central e irle preparando poco a poco para lo que será su vida en el mundo exterior.

Tacto

Se ha comprobado que el feto es capaz de percibir las sensaciones táctiles que vienen del exterior y reaccionar cuando la madre acaricia o presiona su tripa.
Cómo se desarrolla

Es el primer sentido que se pone en funcionamiento. La primera señal de sensibilidad aparece en torno a las siete semanas en una zona muy concreta: alrededor de la boca.

Durante las dos semanas siguientes, la región de la piel que es sensible a la estimulación táctil se extenderá progresivamente al resto de la cara, a las palmas de las manos y al tórax.

En la semana 11ª de embarazo, las plantas de sus pies y sus genitales muestran una gran sensibilidad, y ya a las 12 semanas se amplía a toda la superficie del cuerpo, salvo la coronilla y la espalda. Hacia la mitad del embarazo, toda la piel y las mucosas reaccionan plenamente ante la estimulación táctil.

Qué toca

Desde el inicio del embarazo, el futuro bebé tiende a alejarse de las paredes del útero si casualmente las toca. Cuando roza algo con las plantas de los pies, reacciona doblando los dedos y subiendo las rodillas.

A partir del sexto o séptimo mes, si se toca la cara con las manos acerca la cabeza hacia ellas, abre la boca y se chupa el dedo. A través de pequeños receptores cutáneos el feto también detecta las leves variaciones de temperatura que se producen en el útero y las vibraciones cuando, por ejemplo, la madre va en un autobús. También le permiten notar las diferencias que hay entre las texturas de las paredes de la bolsa amniótica, del cordón umbilical y de su propia piel.

¿Siente el dolor?

Una investigación realizada en la Universidad de California, en San Francisco (EE.UU.), demostró que hasta el último trimestre de embarazo el feto no es capaz de percibir sensaciones dolorosas.

La explicación radica en que la percepción del dolor se basa en un entramado de conexiones neurológicas que no están plenamente desarrolladas hasta la semana 29ª de gestación. Según los autores de este estudio, antes de este momento el feto no siente dolor real, aunque realiza un movimiento reflejo ante un estímulo doloroso.

Vista

El recién nacido es capaz de seguir el movimiento de una luz y ve bien a una distancia de 30-35 cm, la que media entre sus ojos y los de la madre cuando toma el pecho.

En torno a los 22 días de gestación en el embrión empiezan a hacerse evidentes unos pequeños surcos que poco a poco darán lugar a la estructura ocular. Son dos concavidades muy separadas que se van aproximando muy rápidamente.

El desarrollo de los párpados es independiente del de los ojos: a la octava semana, los párpados han crecido tanto que se han sellado, recubriendo los ojos, y a través de ellos solo se aprecia un pigmento negro: las retinas. El feto aún no ve, pero se sabe que sus ojos se mueven cuando duerme o cambia de posición.

Al sexto mes de embarazo, sus párpados empiezan a separarse y al séptimo ya los abre por completo, ya que en este momento el globo ocular ya tiene su estructura definitiva. En el octavo mes es sensible a la luz, lo que significa que sus pupilas se contraen o dilatan dependiendo de la intensidad lumínica, y también abre los ojos cuando está despierto y los cierra cuando está dormido (la mayor parte del tiempo).

Qué ve

Hacia el cuarto mes de gestación sus ojos muestran cierta sensibilidad a la luz. Puede apreciar si un fuerte estímulo luminoso (el sol, por ejemplo) atraviesa la pared uterina y el líquido amniótico y reacciona cambiando de posición para protegerse de la luz cuando le molesta. Entre las semanas 30ª y 34ª sus pupilas ya se contraen y se dilatan, y distingue de dónde procede la luz (por ejemplo, si el ecografista pone un foco junto a la tripa de la madre y lo cambia de posición). Hacia el final del embarazo, la pared abdominal de la madre se ha estirado tanto que penetra algo de luz y se difunde en el líquido amniótico. El futuro bebé la percibe como el resplandor rojizo que vemos a través de la mano cuando la ponemos bajo una luz artificial.

Gusto

Los sentidos del gusto y el olfato están muy relacionados y en el cerebro se perciben de una forma muy similar. Las sensaciones que siente el futuro bebé son el resultado de cómo huelen y cómo saben las sustancias que contiene el líquido amniótico.

A la sexta semana ya es reconocible la lengua y sus papilas gustativas comienzan a formarse una semana después.

En el segundo mes ya tiene formada la boca y es capaz de abrirla y de tragar algo de líquido amniótico. A partir del tercer mes su sistema gustativo ya está activo y en torno al cuarto mes es capaz de distinguir diferentes sabores.

Qué degusta

El feto tiene, desde el tercer mes de gestación, un sentido del gusto muy desarrollado. Si percibe un sabor dulce en el líquido amniótico, acelera los movimientos de deglución, mientras que si este contiene un sabor amargo o que le resulta desagradable, deja de tragar en el acto.

Olfato

Es un sentido muy importante para la supervivencia del bebé. Gracias al olfato el niño encuentra el pecho materno después de nacer.

Si al recién nacido se le aproximan a ambos lados de la nariz dos trocitos de algodón, uno impregnado con leche materna y el otro con la de otra mujer, se vuelve antes hacia el algodón en el que aprecia el olor materno.

A las cinco semanas comienza a dibujarse un esbozo de nariz en la primitiva cabeza del embrión. Se trata de dos puntos, las plácodas nasales, que se sitúan en la región frontal, pero aún habrá que esperar algunas semanas para que este órgano empiece a hacerse visible.

La depresión superficial que forman estos puntos da lugar a las fosas nasales; alrededor de ellas se forman unas elevaciones de tejido en forma de herradura que se transformarán en las aletas de la nariz.

Entre las semanas 6ª y 7ª de gestación se desarrollan la punta, la cresta nasal y parte del tabique, como resultado de lo cual, a la 8ª semana, su pequeña nariz ya está diferenciada. A las siete semanas los nervios y la membrana olfatoria también están formados y a partir de la 12ª semana la nariz está preparada para percibir todo tipo de olores.

Qué huele

En el útero el feto se familiariza con olores procedentes de los alimentos y las sustancias que consume la madre, que algunos investigadores cifran en alrededor de 120. Estos olores también impregnarán la leche materna.

Oído

En el útero materno existe una intensidad sonora de entre 50 y 60 decibelios, lo que equivale al sonido producido por una conversación en tono normal. El feto distingue la voz de su madre entre la de otras mujeres: si se pone junto al abdomen una cinta grabada con la voz de mamá, su latido cardíaco aumenta, mientras que si la grabación es de otra mujer, no.

El oído es el sentido que alcanza un mayor desarrollo intrauterino. Su formación comienza ya durante las primeras semanas y, curiosamente, no tiene lugar en la cara, sino en unas protuberancias situadas bajo su rudimentaria cabeza, los arcos braquiales (a ambos lados del cuello); poco a poco, los pabellones auditivos se irán desplazando desde ahí hasta su localización definitiva.

Desde el final del sexto mes, el oído ya está en su sitio y completamente formado. Sin embargo, el feto ya puede percibir sonidos procedentes de la madre o del exterior desde algunas semanas antes, concretamente desde la 16ª, y reacciona a ellos acelerando el ritmo cardíaco y la frecuencia de los movimientos corporales.

Qué oye

El oído interno está totalmente desarrollado a partir de la mitad del embarazo y el feto puede percibir los latidos del corazón de su madre, los ruidos intestinales durante la digestión, el paso de la sangre a través del cordón umbilical.

De hecho, se sabe que dentro del útero se produce un continuo sonido rítmico, similar al del agua fluyendo, mezclado con el ruido del aire que pasa por los pulmones de la madre. Al final del sexto mes es sensible a los sonidos externos y lo manifiesta mediante movimientos: se sobresalta con los portazos, se agita o se calma según la música que escucha su madre.

Se sabe que el feto prefiere la música suave y melódica. Por el contrario, rechaza la música con estridencias y a volumen elevado.