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21 enero, 2010

Últimos exámenes antes del parto

Aunque lo habitual es que el parto tenga lugar entre la semana 39ª y la 41ª, a partir de la 37ª el bebé se considera nacido a término. Como el parto está muy cercano, la embarazada debe someterse a algunas pruebas para comprobar que ambos están bien. Estas son las pruebas te harán en la recta final del embarazo.
Análisis de sangre

Los últimos análisis de sangre suelen hacerse en la semana 33ª o 34ª. Se valoran los niveles de hemoglobina y glóbulos rojos y las reservas de hierro, para descartar que la madre padezca anemia o que pueda sufrirla tras el parto, y se comprueban los niveles de coagulación de la sangre por si existe riesgo de tener sangrados anormales durante o después del parto. Se repiten los test de hepatitis B y C, toxoplasmosis, SIDA y enfermedades de transmisión sexual, si en el primer trimestre han dado negativo.

Monitorización fetal

Cuando se acerca la fecha prevista del nacimiento, el médico realiza monitores periódicamente. El cardio-tocógrafo o monitor fetal registra el latido cardiaco del bebé mediante unas correas que se atan alrededor de la tripa de la madre. La prueba dura entre 20 y 30 minutos y también detecta si la mujer tiene contracciones y si estas son solo preparatorias (de Braxton Hicks) o muy intensas y/o seguidas, lo que indicaría que el parto puede haber empezado.

Aunque la Sociedad Española de Ginecología (SEGO) considera que no es necesario realizar esta prueba hasta la semana 40ª, en muchas clínicas y hospitales se realizan monitores semanales a partir de la semana 37ª. En cualquier caso, si el bebé no ha nacido al entrar en la semana 41ª, la monitorización se realizará cada 48 horas hasta que el tocólogo decida provocar el parto, siempre antes de la semana 42ª (normalmente cuando la mujer está de 41 semanas más tres días).

Exploración vaginal

En las últimas visitas, el tocólogo lleva a cabo una exploración vaginal para evaluar el estado del cuello uterino, por si hubiera empezado a borrarse o si ya existiera dilatación y el parto pudiera haber comenzado.

Amnioscopia

Es un prueba poco utilizada, que suele tener lugar cuando la mujer está fuera de cuentas. Solo puede hacerse si el cuello uterino está algo borrado o ya hay un poco de dilatación. El objetivo es comprobar el color del líquido amniótico. Para ello se introduce en la vagina un instrumento llamado amnioscopio (un tubo con una luz dentro de un protector de forma cónica). Si el líquido está turbio o verdoso significa que el feto ha expulsado meconio, lo que podría ser un indicio de pérdida de bienestar fetal, aunque no siempre es así. La prueba no es molesta para la madre ni daña al feto.

Exudado

* En la semana 34ª o 35ª se toma una muestra de la mucosa vaginal y rectal de la embarazada, para detectar la posible existencia del Streptococcus Agalactiae, una bacteria que podría contaminar al bebé en el momento del parto y provocarle graves infecciones.
* Esta prueba tampoco es en absoluto molesta ni dolorosa, pues consiste en pasar un bastoncillo de algodón estéril por la entrada de la vagina, el periné y la zona anal y enviarlo al laboratorio para que realicen el cultivo.
* Si diera positivo, la madre será tratada con antibióticos durante el parto para evitar que contagie al bebé, ya que la bacteria podría causarle infecciones graves. Después, el recién nacido tendrá una vigilancia especial.

Consulta con el anestesista

Si la mujer quiere parir con epidural, es posible que el ginecólogo la cite con el anestesista. Este especialista examina su historia clínica por si hubiera alguna contraindicación para administrar la analgesia (cardiopatías, obesidad, problemas de columna vertebral...) y comprueba los niveles de coagulación de la sangre en una analítica (puede verlo en los resultados de la que manda el ginecólogo o encargar otra). Posiblemente pida un electrocardiograma, aunque no todos lo consideran necesario. A veces, es el tocólogo quien ofrece esta información. En ambos casos es necesario que la futura mamá firme un consentimiento informado para recibir la anestesia.

La tensión es importante

En todas las visitas médicas, y sobre todo en las últimas, se presta mucha atención a la tensión arterial de la mujer, ya que si es alta puede provocar preeclampsia, una enfermedad del embarazo que, en casos graves, puede producir lesiones maternas y fetales. La embarazada tiene hipertensión si su presión sanguínea es de 140 mm de máxima y 90 mm de mínima. Cuando se detecta al final del embarazo se suele provocar el parto.