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20 abril, 2009

¿Qué siente el bebé en el seno materno?

El feto: totalmente despierto y siempre ahí

En la cultura china, la edad de una persona se cuenta de forma diferente a como lo hacemos nosotros: en su primer cumpleaños un bebé no tiene 12, sino 21 meses de vida, porque se incluyen los nueve meses que pasa en el seno materno. Para los chinos, el desarrollo prenatal pertenece ya a la vida.

Nuestro cálculo de vida comienza con el nacimiento, aunque para los embriólogos, ginecólogos, psicólogos y especialmente para los futuros papás, el tiempo previo se considera también vital. Para la mayoría no hay duda de que ese ser diminuto cuyo corazón ya palpita con fuerza propia a las cuatro semanas de la fecundación es algo más que un conjunto de células. Y además, un feto de doce semanas ya tiene diminutas manitas y las yemas de sus dedos están provistas de una red de células táctiles sensibles. Y sus rasgos faciales tienen ya elementos propios e individuales.

Cuando se observa a los pequeños prematuros se comprende que los fetos ya son personas: a los bebés que nacen en la 25ª semana de embarazo les faltan panículos protectores bajo la piel, así como alvéolos pulmonares estables. Cuando se mira a su pálida y conmovedora carita no se duda ni un momento de que el pequeño es capaz de experimentar sentimientos humanos. Arrugan la frente y gimen cuando hay que sacarles sangre; se relajan e intentan incluso una sonrisa cuando se les permite tumbarse sobre el pecho materno desnudo y sienten los latidos del corazón de su mamá.

En la 12ª semana de embarazo se acentúan ya los rasgos faciales particulares

Los niños que no abandonan el vientre materno antes de tiempo tienen sus sentidos igual de despiertos que los prematuros. El útero es un espacio protector, pero el feto no se siente fuera del mundo, sino que participa en la vida de su madre y siente el entorno en el que nacerá. Muchas embarazadas se preguntan una y otra vez cuestiones como ¿Sentirá el bebé en mi seno realmente todo lo que yo experimento? ¿Sentirá mis dudas, mis preocupaciones y necesidades, mi nerviosismo? ¿Qué debo hacer para que esté bien?

La ciencia moderna intenta responder a esas preguntas. Aquí presentamos los resultados más importantes de las investigaciones.

1. Existe un vínculo de intercambio de sustancias demostrable entre la madre y su hijo

La madre no solo proporciona alimento a su bebé, sino que su organismo le "alimenta" también con numerosas informaciones. La placenta transmite al niño hormonas y sustancias que provocan sensaciones. Si la madre está, por ejemplo, estresada, aumentan los niveles de cortisol. Las investigaciones han podido determinar, mediante el análisis de la sangre del cordón umbilical, que en solo unos segundos el bebé siente también ese aumento del estrés.

2. El bebé disfruta los pensamientos bonitos de su madre

Los fetos reaccionan de forma variable al estrés: unos se intranquilizan y sus movimientos se vuelven nerviosos, mientras otros se hacen pequeños y aprietan sus bracitos y sus piernas contra el cuerpo. El feto participa igualmente en los sentimientos positivos de su madre: las endorfinas y otras hormonas de la felicidad fluyen al futuro bebé en cuanto la madre se relaja, se alegra o se siente feliz. Los embriólogos descubrieron que los receptores de las sustancias de la felicidad maduran pronto y de forma completa en el cerebro del embrión. Las mediciones de la corriente cerebral de los fetos concluyeron que las desviaciones de las curvas eran menores cuando los investigadores pedían a la futura madre, a partir de la 20ª semana de embarazo, que imaginara una situación agradable. El resultado: el bebé también disfruta de los pensamientos hermosos de su madre desde el vientre.

3. Los sentidos del feto se desarrollan y el bebé puede sentir a su madre con mayor claridad con el transcurso de las semanas

Primero se desarrolla el sentido del tacto: la piel reacciona ya en la séptima semana de embarazo. El feto puede sentir que está rodeado de líquido amniótico, su cuerpo percibe el ritmo de los órganos internos de la madre y se bambolea con sus latidos cardíacos.

En la 25ª semana el oído del feto ya está maduro y la futura madre puede sentirlo: al poner en marcha la batidora o golpear la puerta del coche, el embrión se estremece en el vientre materno.

Los fetos pueden diferenciar pronto entre sonidos “buenos y malos”. Los mensajes de amor de la madre le llegan cada vez mejor: cuando habla a su pequeño en el vientre, se tranquiliza o se agita alegremente. Los expertos que han investigado la relación de las madres con sus futuros bebés aseguran que es realmente estrecha y han comprobado que, al pedir a una madre que se tumbe y hable con su hijo, éste se relajaba en el útero, reduciéndose sus pulsaciones e incluso mostrando su tranquilidad en los rasgos faciales.

4. Existe una conexión intuitiva entre la madre y el feto

Todos los investigadores que estudiaron la vida interior de los fetos llegaron a la conclusión de que madre e hijo se encuentran conectados desde dentro, incluso cuando esa vía de comunicación no la puedan probar la bioquímica o los estudios por ecografía. El feto percibe el estado mental de su madre y siente sus pensamientos.

En las fases buenas y armónicas del embarazo, las futuras madres se alegran de su conexión interior con el bebé, mientras que en los momentos menos agradables esa cercanía puede intranquilizar también a las mujeres, porque intuyen que no pueden alejar las preocupaciones, que siempre existen, de su bebé.

5. Amor y confianza: y el feto madura

Todas las madres quieren que su bebé crezca en su seno como un ser feliz, pero, lamentablemente, las circunstancias no son siempre óptimas. Incluso un niño que se desarrolla según lo deseado puede causar preocupaciones a la mujer que lo gesta. ¿Debe aguantar el bebé desde el vientre todo eso? ¿No sería mejor reprimir con todas nuestras fuerzas los sentimientos y pensamientos negativos? No, aseguran los expertos. Eso es algo que una futura madre no puede exigirse a sí misma.

6. El bebé en el seno materno experimenta sensaciones al momento

El feto sufre cuando a su madre no le va bien. Duele imaginarse eso, pero los resultados de los investigadores también consuelan: el futuro bebé experimenta fuertes sensaciones al momento y su ánimo vuelve a ser positivo rápidamente en cuanto la madre está contenta de nuevo. Además, pequeñas fases de reconciliación con el feto tienen un efecto curativo, porque al poner fin a momentos difíciles, el bebé siente que existe una felicidad y que está en condiciones de alcanzarla con mamá.

Otras conclusiones

• No hay relación entre el peso, el tamaño de la cabeza y la vitalidad del bebé y el estrés de la madre durante el embarazo. La salud del bebé no depende de eso.

• Los sentimientos ambivalentes o fases difíciles en la vida de la madre no producen daños mentales en el feto: solo un estrés permanente extremo y muy duradero afecta a la confianza del niño en el mundo. Esos bebés suelen llorar con más frecuencia y durante más tiempo en los primeros momentos tras nacer, o son más soñolientos y pierden rápidamente su interés por el entorno.
• Existen mecanismos de protección en el cuerpo femenino para proteger al feto del estrés. En el segundo trimestre del embarazo se desarrolla en la placenta una encima que desactiva en determinado grado el cortisol, la hormona del estrés, en la sangre y protege al feto. El mecanismo falla solo cuando el estrés dura demasiado.

¿Qué características lleva el niño del vientre materno al mundo?

Prácticamente todos los recién nacidos tienen modelos de conducta que potencian el sentimiento de protección como lo experimentaron en el útero. Por ejemplo, se arrastran en la cuna hasta tocar sus paredes, buscando la sensación prenatal que tenían en el vientre materno cuando su cabecita estaba rodeada del hueso coxal (de la cadera) de su madre.

La mayoría de los niños nacen con una sensación básica: mamá es calor, cercanía, protección, su amor me sustenta, incluso cuando el pequeño haya experimentado baches en el estado anímico de su madre en los nueve meses de embarazo. Y los recién nacidos regalan a sus madres una prueba maravillosa de su confianza: no hay nada a lo que reaccionen con mayor fuerza que a la voz de mamá. Oírla les hace felices.