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02 marzo, 2009

A por el segundo hijo: ¿qué tener en cuenta?

Tener otro hijo implica doble dedicación y doble alegría. El padre y la madre deben estar plenamente convencidos de su decisión y, sobre todo, entender a ese hermano mayor que probablemente no sepa muy bien lo que ocurre a su alrededor.

La decisión de otro hijo suele depender de varios factores: la relación con el primer hijo y con la pareja, el nivel de ingresos, la ayuda familiar... Aunque lo que garantizará el éxito es que el padre y la madre estén comprometidos con su decisión y pongan todo de su parte para que sus dos hijos (o tres, o cuatro...) crezcan felices.

Hay que preparar al hermano mayor (Verdadero)

Más que prepararle, hay que compartir con él la situación de forma natural y ayudarle a encajar el cambio.

* El hijo mayor se va a dar cuenta enseguida de que se avecina un cambio: lo va a deducir rápidamente a través de nuestras conversaciones, nuestra energía y por la barriga de mamá, que crece sin parar.
* Casi desde el primer momento conviene decirle la verdad. La idea es compartir en familia todo el proceso, sin forzar conversaciones, ni tampoco evitarlas.
* La vivencia del hijo mayor no es igual a la nuestra: en primer lugar, porque un niño pequeño difícilmente podrá imaginar lo que es un bebé, a menos que tenga algo más de cinco o seis años.

Por eso, es importante comprender que no podemos exigirle que sienta lo que nosotros queremos. Normalmente, esperamos que se entusiasme para vencer nuestros propios miedos y estar seguros de que el hermano mayor no va a sufrir con la llegada del pequeño.

Viviremos de nuevo la experiencia del primero (Falso)

Ni el embarazo, ni la concepción, ni lo que viene después va a ser igual con el segundo que con el primero. Ante la perspectiva de un segundo hijo, deberíamos ser conscientes de que tenemos que estar preparados para volver a movilizar todos nuestros recursos ante el cambio que viene.

Nos va a resultar muy difícil, vivir el posparto con la plenitud que lo vivimos con nuestro primer hijo: con otro niño en casa difícilmente podremos abandonarnos al universo del bebé y olvidarnos del resto del mundo. Esta vez tenemos que dejar una lucecita encendida.

Si esperamos vivir el posparto de la misma forma en la que lo hicimos con el primer niño, seguramente nos frustraremos. Y si nuestro primer hijo nos enseñó a "desconectarnos" del mundo para aprender a ser madres, la llegada del segundo nos enseñará a convivir con varios deseos y necesidades a la vez.

Ya estamos organizados y todo será más fácil (Verdadero)

* Es cierto, en los aspectos prácticos ya somos expertos y eso facilita muchísimo las cosas. Sabemos por experiencia que para criar a un segundo bebé se necesitan menos de la mitad de las cosas que compramos en el primer embarazo y las que se quedaron en casa están listas para ser reutilizadas (la mochila portabebés, la trona...).

* Ya tenemos experiencia en manejarnos con la ayuda que nos dan (la deseada y la no deseada).
* Nos hemos pateado todos los parques y zonas infantiles del barrio y estamos suscritos a la gaceta de ocio infantil de nuestra ciudad.
* Tenemos un imán en la nevera con el teléfono de las urgencias y un pediatra estupendo.
* Sabemos que no siempre que un bebé llora significa que tiene hambre o sueño, sino que a veces lo único que quiere son brazos y mimos. Y eso nos tranquiliza.

Mucha de esa energía que dedicamos a "convertirnos" en padres tras el nacimiento del primero, ya no tendremos que gastarla porque el camino, en ese sentido, ya está hecho.

Solo el hermano mayor tendrá celos del pequeño (Falso)

Son muchos los sentimientos que afloran con la llegada del segundo hijo. A menudo son sentimientos duros que nos confunden y dificultan nuestras relaciones familiares: culpa, sensación de abandono, decepción, rechazo, rabia, tristeza o celos, entre otros.

Lo común es que todos centren sus miradas en el hermano mayor, como si éste fuera el único que va sentir algo negativo tras el nacimiento del nuevo bebé. Y no tiene por qué ser así: estos sentimientos pueden encontrarse en todos y cada uno de los miembros de la familia:

* Papá se puede sentir abandonado y rabioso.
* Mamá culpable e impotente.
* Y el bebé, que irá creciendo, quizá se ponga verde de celos ante su estupendo hermano mayor (que hace mil cosas mejor que él).
* Mientras, el hijo mayor puede que esté jugando tranquilamente, un poco ajeno a los nuevos problemas.

En cualquier caso, no hay que preocuparse: que haya sentimientos negativos no significa que las cosas no vayan bien. Cuando aumenta la familia, todos, grandes y pequeños, tenemos que reubicarnos en la nueva situación y asumir que algunas cosas no volverán a ser como antes.

¿Cuándo es el momento ideal para tener otro hijo?

No existe un momento ideal, pero debería ir en consonancia con la situación afectiva del primer hijo. Si los vínculos madre-padre-hijo han sido sanos, lo natural es que alrededor del segundo año el niño comience a separarse afectivamente de la madre. Esto significa que el bebé poco a poco deja de serlo y que en su mundo empieza a haber cabida para otros.

Muchos padres que repiten experiencia antes de que el primer hijo haya dejado de ser un bebé: afrontan el reto de criar a dos seguidos, buscan apoyos y el resultado es igual de bueno. Los pequeños tienen que compartir su territorio emocional (mamá), pero a cambio crecen en un clima de intercambio con su hermanito.

Otras familias esperan varios años antes de ir a por el segundo, que crece con casi todas las ventajas de ser hijo único, pero se beneficia de la protección y el ejemplo del hermano mayor. Los dos crecerán igual de felices.

Via: serpadres. es