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16 marzo, 2009

El eructo del bebé

Uno de los primeros consejos que recibimos cuando tenemos a un recién nacido es el de ponerlo a hacer un eructo nada más acabar la toma.

Algunos lo hacen enseguida, otros tardan un poco más y otros nunca llegan a hacerlo.

El sentido común (cada día tenemos menos de esto) dice que si un bebé no eructa es porque no tiene nada que eructar, sin embargo hay madres preocupadas por este motivo que acaban mostrando su inquietud: “me cuesta mucho, mucho que haga el eructo”.

Y aquí llega la duda: ¿Es necesario que eructen después de las tomas?

Pues depende de si el niño ha tragado aire o no. El aire hace que el estómago esté más distendido. Esto activa el reflejo de apertura del esfínter esofágico inferior, el que comunica el esófago con el estómago, para que el aire salga.

Tener calor, frío, estar mojados o manchados, sentirse solos, tener demasiada hambre,... en definitiva, llorar por el motivo que sea hace que lleguen a tragar aire (hace años, cuando los rayos X no eran considerados peligrosos a alguien se le ocurrió radiografiar a los bebés durante el llanto y se dio cuenta que los bebés tienen poco gas cuando empiezan a llorar pero mucho gas cuando llevan un rato llorando).

Si además realizan las tomas después del llanto y llegan con demasiado hambre comen con avidez y tienden a tragar todavía aire.

Quitando estas situaciones, en condiciones normales, los bebés sellan perfectamente su boca con el pecho. Esto hace que sea imposible ingerir aire y que ponerlo para que eructe sea infructuoso (y molesto si el pobrecito está medio dormido).

En caso de que tome biberón la situación cambia. El biberón, al contrario que el pecho, contiene leche y aire (el pecho solo tiene leche) y a menudo, si el biberón no tiene la inclinación correcta o en el momento en que se lo acaba la tetina se llena de aire, el bebé acaba tragando ambas cosas, aire y leche.

La mejor manera de que el aire salga es teniendo al bebé en posición vertical. El aire mezclado con el líquido sube hacia arriba (es una simple ley física). En culturas donde los bebés van sujetos al cuerpo en posición vertical ellos mismos hacen el eructo sin necesidad de ninguna maniobra especial.

Si el bebé, tras mamar (o tras la toma), se queda dormido plácidamente, lo más probable es que no tenga aire que expulsar, por lo que no haremos nada especial. Ponerlo de manera vertical solo haría que se despertara y se pusiera a llorar (y se llenara de aire que entonces sí tendría que expulsar).

Si en cambio se muestra intranquilo e inquieto es posible que tenga que hacer el eructo, tras el cual, la mayoría de las veces, se rinden al sueño reparador que tanto ansían.

Via: bebesyma