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20 septiembre, 2008

Las primeras pruebas del recién nacido

Entre las preocupaciones de los nuevos padres, la más importante es el temor por la salud del bebé: ¿cuánto pesará?, ¿estará sano?, ¿tendrá algún problema?... No hay que alarmarse: en las primeras horas de vida harán al recién nacido todas las pruebas necesarias para confirmar que está bien.

Cuando no hay complicaciones y el parto transcurre sin problemas, una enfermera pediátrica suele proporcionar los primeros cuidados al pequeño. Pero cuando la salud del futuro bebé corre peligro, resulta imprescindible la presencia de un pediatra neonatólogo en la sala de partos.

Estos son los primeros reconocimientos y atenciones que recibe recién nacido. En cuanto sea posible, es importante que el bebé esté en contacto con la piel de su madre:

Cordón umbilical y nacimiento

  • El tradicional cachete en las nalgas para provocar el llanto del bebé pasó a la historia hace tiempo. Ahora se opta por métodos más suaves, como estimular los pies del chiquitín para que reaccione, en caso de que no haya llorado al sentir el contacto de las manos del ginecólogo o de la matrona. La mayoría de los niños suelen hacerlo porque notan un cambio brusco de temperatura.
  • Lo mismo sucede con el cordón umbilical: ya no se corta de inmediato. A no ser que la salud del pequeño corra peligro, los médicos esperan a que deje de latir para hacer el corte y separar físicamente al niño de la madre.
  • Para evitar que el bebé tenga sensación de frío nada más nacer, el personal sanitario le seca lo antes posible con un paño estéril, y lo cubre con una toalla calentada previamente, para que no pierda calor.
  • Otras prácticas como bañarle nada más nacer o usar por sistema una sonda para limpiar la nariz y el estómago también están en desuso. Ahora, a no ser que el bebé no pueda respirar, las secreciones se limpian suavemente con una gasa.
El test de Apgar
  • La vitalidad y la madurez del recién nacido se valoran con el test de Apgar, que analiza cinco parámetros: color de la piel, frecuencia cardiaca, reflejos, tono muscular y respiración. Estos se puntúan de 0 a 2, en función de que la respuesta del bebé sea perfecta (2), discreta (1) o presente algún problema (0). Para obtener una evaluación más objetiva, se realiza dos veces: la primera, al minuto de nacer; y la segunda, cinco minutos después, cuando el neonato ha superado el bajón del parto.
  • Si la suma de las puntuaciones es de 8 a 10, el niño está en perfectas condiciones. Si la calificación es inferior a 6, el pequeño necesitará reanimación y una vigilancia especial. En ocasiones, la primera vez da un resultado muy bajo, pero una puntuación alta en la segunda confirma que la reanimación ha sido un éxito. Los resultados se anotan en la ficha neonatal que, a partir de entonces, formará parte de la historia clínica del bebé.
Otras pruebas
  • A continuación, el pediatra o la enfermera realizan una rápida revisión al bebé (cabeza, columna, caderas, genitales...) para comprobar que no existen malformaciones, y le trasladan a una zona especial de la sala de partos aclimatada. Allí se le cura el ombligo, se determina su grupo sanguíneo, se le limpia, pesa y mide, se comprueban sus reflejos y se toma nota de su perímetro craneal con el fin de establecer si los datos son normales respecto a su edad gestacional. Cuando el niño está limpio y calentito, le administran vitamina K, para prevenir posibles hemorragias; un colirio o una pomada en los ojos, para prevenir la conjuntivitis neonatal, que puede contraer en el parto si la madre sufre alguna infección ginecológica; y una primera dosis de la vacuna de la hepatitis B.
  • Después, se procede a su identificación mediante la huella dactilar y la colocación de una pulsera.
  • Hasta hace unos años se bañaba al bebé nada más nacer para desprenderle del vérnix caseoso, una capa de grasa blanquecina que facilita el deslizamiento a través del canal del parto. Ahora no se hace porque se sabe que le protege del frío y de las infecciones durante los primeros días de vida y se desprende sola cuando ya no es necesaria. Además, actúa como una crema hidratante que mantiene la piel suave.
Nuevo examen antes de ir a casa
  • Finalizados los cuidados más urgentes, el pequeño puede descansar en el regazo de mamá. Los profesionales sanitarios animan a la mujer a amamantar al bebé recién nacido, aunque en los partos con cesáreas o complicaciones habrá que esperar algunas horas. En muchas maternidades, la profilaxis (vitamina K y pomada ocular) se realiza en los brazos maternos. Es más, cuando un niño queda ingresado en la unidad de cuidados intensivos, los médicos autorizan el paso de los padres a la sala para que vean a su hijo y lo acaricien con regularidad.
  • En el paritorio se hace todo lo posible para no molestar al bebé, que acaba de sufrir un gran cambio. Cuando ya se ha adaptado al nuevo entorno, el pediatra realiza un segundo reconocimiento más completo que el anterior: le ausculta, analiza el color, los reflejos y el tono muscular, examina su cara, comprueba la formación de los principales órganos, las fontanelas, etc.
  • El examen vuelve a practicarse coincidiendo con el alta médica de la madre. Es el momento para comentar con el doctor las dudas que surgen sobre el cuidado del recién nacido, la cura del ombligo o la alimentación. Después, será el pediatra de zona quien supervise la evolución del chiquitín.
Pruebas metabólicas
El análisis de una gota de sangre del talón, en las primeras 48 horas de vida y pocos días después, detecta tres enfermedades extraordinariamente raras que pueden ocasionar minusvalías físicas y psíquicas serias:
  • Hipotiroidismo,
  • Hiperplasia.
  • Fenilcetonuria.
Con la detección y el tratamiento precoces, los bebés afectados pueden desarrollarse con normalidad