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24 abril, 2008

Necesitan su objeto de consuelo

Un osito, una mantita, el pañuelo de mamá… Se convierte en su amigo favorito que le calma cuando no está mamá. No puede vivir sin él. Hay que respetar esta dependencia porque le da seguridad aunque también hay que ayudar a nuestro hijo a separarse de su objeto de consuelo cuando llegue el momento.

No es el más bonito, ni el más grande; tampoco el más caro. Sin embargo, nuestro hijo lo adora y no puede vivir sin él. Se trata de su juguete favorito, del que no se separa ni a sol ni a sombra. Puede ser un osito, una muñeca, un cochecito, un peluche feísimo, la mantita de su cuna, la almohada o un pañuelo de mamá.

Lo reclama a la hora de comer, cuando está enfadado y cuando hay que irse a dormir. Y si por casualidad no se acuerda de dónde lo ha dejado y no lo encuentra, puede montarse una gran tragedia.
Estamos hablando de los llamados «objetos de consuelo», aunque para ellos no son cualquier cosa, tienen nombre e identidad propia: «Tacho», «El Tete», «Ayuyá»...


El papel de los objetos de transición
También se denominan «objetos de transición», ya que para los pequeños son un importante apoyo emocional durante la etapa de despego de su madre, ese periodo en el que dejan de ser bebés para convertirse en personitas independientes (a partir del primer año de vida).

* Muchos bebés tienen o han tenido alguna vez un objeto del que no se separan cuando deben quedarse solos: por ejemplo, al entrar en la guardería o irse a la cama.
* Hay niños que no necesitan objetos de consuelo, ya que, o duermen con sus padres, o estos se quedan con ellos contándoles cuentos o cantando hasta que se duermen.
* Pero los peques que han aprendido a dormirse solitos necesitan a su osito, su muñeca o su almohadita para sentirse seguros ante la ausencia puntual de la persona con la que habitualmente se sienten protegidos: es decir, mamá o papá.
* Es imprescindible si tienen que ir a la guardería durante varias horas, o en situaciones que les resulten estresantes, como, por ejemplo, la visita al pediatra o la llegada de un hermano.


¿Por qué son tan necesarios?
* Su objeto de consuelo le recuerda sobre todo a su madre y a la seguridad de su hogar. Su presencia se ha convertido en algo tan cotidiano que lo considera un miembro más de su familia.
* Además, su textura suave y blandita es como los brazos de mamá, tiernos y amorosos, y seguramente, aunque nosotros no lo notemos, lleva impregnado el olor característico del hogar.
* Por eso, para él, su amigo especial es un ser familiar muy querido que no cambiaría por otro nuevo por nada del mundo, que no comparte con nadie más y del que además se siente responsable.
* Esta actitud es muy positiva, ya que desarrolla la capacidad del pequeño para establecer vínculos afectivos hacia un objeto exterior a su persona, del que se siente poseedor y al que tiene que cuidar y proteger, lo mismo que su «amigo» le protege a él.


¿Puede interferir en su relación con otros niños?
Según los expertos, los objetos de consuelo ni son perjudiciales para su desarrollo afectivo, ni son una señal de debilidad o inmadurez. Al contrario: le ayudan a aprender a estar separado de mamá sin traumas. Además, mejoran la socialización y afectividad al compartir con el peluche o la mantita momentos agradables como la comida o el paseo, y al poder expresar libremente sus emociones, tanto cuando les abraza, como cuando les da algunos golpes si se enfada.

Todo ello forma parte del desarrollo normal del niño. Es un tremendo error pensar que el niño está demasiado apegado a su «amigo» y que es mejor quitárselo para que no se acostumbre o ridiculizarle porque es incapaz de separarse de él.


Niña besando a su ositoCuándo y cómo debe decirle adiós
Un objeto de consuelo es positivo, pero también es importante enseñar poco a poco al pequeño que, aunque su osito es muy importante, no es imprescindible para vivir. Por eso, conviene intentar que con el paso del tiempo el niño se haga cada vez más independiente de su objeto.

* No es necesario hacerlo deprisa y corriendo, pensando que el peque ya es «mayor». Normalmente, el vínculo con su objeto preferido suele durar hasta que comienza el cole e incluso hasta algo más tarde, pero sobre todo va desapareciendo cuando aprende a apoyarse y a confiar en personas distintas a las de su familia más cercana, como el profesor u otros niños.
* Llegará un día en el que solo lo reclame en determinados momentos y el resto, lo tenga aparcado en un rincón. Lo reclamará de nuevo cuando se presenten situaciones que modifiquen su rutina diaria y que le produzcan inseguridad o miedo, como el nacimiento de un hermanito, o un cambio de casa.
* Será el niño quien elegirá el momento adecuado para separarse de él. Está contraindicado quitárselo de golpe o tirarlo a la basura sin su consentimiento, aunque nos parezca un guiñapo sucio y ajado. Incluso hay que pensarlo mucho y pedir su consentimiento si pretendemos lavarlo o coser alguna pieza que está rota. Precisamente, su aspecto, su tacto y olor es lo que lo hace tan especial para él, tan familiar y tan tierno.
* Es recomendable tener otro objeto de repuesto, si no igual, al que al menos también le tenga cariño. De esta forma, si por una desgraciada circunstancia su querido amigo se rompe o se pierde, podrá sustituirlo sin demasiados traumas.


El chupete: el rey de los consuelos
Si tu hijo es adicto al chupete, es posible que no tenga un osito o un objeto especial a quien dedicarle su tiempo y afecto, porque el chupe ya cumple ese importante papel.
El «tete» es mucho más manejable que otro objeto, incluso puede llevarlo consigo colgado de una cadenita, y aunque siempre hay uno favorito y especial, mamá puede disponer de un ejército de chupetes iguales que pueden sustituir al principal en caso de extravío.

Irá dejándolo a medida que crezca y aprenda a ser más independiente, sobre todo cuando comience el cole. No obstante, el chupete tiene la desventaja con respecto a un peluche de que si lo deja demasiado tarde puede dañar la dentadura. Pero si se lo quitamos demasiado pronto, puede chuparse el dedo, lo que tiene mayor riesgo para su dentición.