Tanto fumar en el embarazo como exponer a la mujer al humo de los cigarrillos de otros tendría consecuencias en el desarrollo neurológico fetal.
Un estudio del Centro de Evaluación y Medida de la Conducta (CRAMC) de la Universidad Rovira i Virgili analizó el comportamiento de bebés recién nacidos de madres fumadoras, o expuestas a humo pasivo. Concretamente, se realizaron mediciones con la Escala de Evaluación del Comportamiento Neonatal.
El resultando fue contundente: aquellos bebés expuestos a la nicotina en forma intrauterina – en forma directa o pasiva – presentaron afectación en varios aspectos de su desarrollo neuroconductual, “que podrían relacionarse con futuras patologías, independientemente de factores sociodemográficos, obstétricos y pediátricos”.
Esto se traduce en resultados concretos. Los hijos de fumadoras pasivas presentan peores puntuaciones en la habilidad para inhibir estímulos que pueden alterar el sistema nervioso central, también un peor desarrollo motor. Las fumadoras tuvieron hijos con menor habilidad para regular las conductas y respuestas en los ámbitos fisiológicos, sensoriales, motores y atencionales.
Cabe recordar que cuando una mujer embarazada fuma, la concentración de nicotina en el feto alcanza niveles un 15% mayor que los que existen en la madre. También, que el 43,5% de las mujeres entre 25 y 44 años fuma, siendo el 26,6% de embarazadas las que continúan con el hábito.
Lo importante de este estudio es que se demostró que aún en pocas cantidades – como el caso de las fumadoras pasivas – el daño puede medirse. Así que a evitar estar en sitios cerrados con otras personas que fuman.