Alrededor de la mitad del embarazo, es el momento cuando una ecografía devela el sexo del bebé. Lo que para muchos futuros padres es motivo de alegría, y para otros es un detalle, para otros es devastador.
Es que así como muchas parejas no tienen demasiadas expectativas con respecto a si el bebé es niño o niña, para otras las ganas de tener un bebé de uno u otro género los lleva a sufrir una terrible decepción por el sexo del bebé si el resultado no es el esperado. No suele ser algo de lo que se habla: los futuros padres son concientes de que no está bien visto sentirse tristes si el bebé no es del género esperado. Pero puertas hacia adentro, muchos tienen que superar una tristeza considerable.
En estos casos, hay que tener en cuenta que la decepción suele desaparecer cuando nace el bebé o incluso antes. Por eso, se recomienda tener un hijo porque se lo desea, y no porque se busca un niño o una niña en particular.
El problema es grave si uno o ambos padres caen en la obsesión, y la noticia de que el bebé no es del sexo esperado produce una angustia o ansiedad desmedidas. Claro que no hay que preocuparse ni juzgar severamente un sentimiento de contrariedad que sea lógico, y que dure algún tiempo hasta que finalmente pase. Pero si la decepción es realmente grande, conviene consultar con un terapeuta.
Hay cuestiones relacionadas a la cultura y la tradición, también a las creencias personales cuando se piensa si se quiere una niña o un niño. También si ya hay uno o varios hijos de un sexo y se espera el ansiado “niño” o “niña” que satisfaga el deseo de los padres de tener un bebé del otro género. En este último caso, la decepción pasa más rápido.
Lo importante es que esa tristeza no altere el desarrollo normal de la vida de una embarazada, o peor aún, genere rechazo con el bebé que está en camino. También, no es normal sentir culpa por no poder engendrar hijos o hijas.
Lo importante, entonces, es desear un nuevo hijo, y no tenerlo para satisfacer las ansias de un niño o niña particularmente. Sea el primero o el quinto, el bebé merece ser deseado sea lo que sea. El principio de respeto por el hijo parte de aceptarlos tal cual son desde el primer momento.