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01 diciembre, 2008

No habla bien. ¿Es normal?

Hay alteraciones propias de la edad que se corrigen solas, pero otras necesitan ayuda para solucionarse. Aquí encontrarás los trastornos de lenguaje más comunes entre los tres y cuatro años para que puedas detectarlas y buscar la solución más adecuada.

Muchos padres suelen preocuparse por lo que ellos consideran «problemas» en el lenguaje de sus hijos. Aunque cada niño evoluciona a su propio ritmo, saber qué es normal y qué no a esta edad puede ayudar a detectar precozmente retrasos y alteraciones del habla. Es muy importante descubrirlo cuanto antes, porque cuando los defectos del lenguaje son leves, puede bastar con la actuación adecuada de los padres; pero si existen trastornos serios, será necesaria la intervención de un especialista.

No pronuncia correctamente algunos sonidos

Una de las alteraciones más frecuentes en el lenguaje infantil son las llamadas dislalias: el niño no pronuncia correctamente uno o varios sonidos del lenguaje (los omite o los sustituye por otros).

Hasta entrados los seis años, generalmente, no dominan la correcta producción de todos los sonidos del habla. Por eso, a los tres y cuatro años, no toda pronunciación incorrecta puede considerarse dislálica o retrasada. Con tres años es normal que simplifiquen las palabras complejas mediante mecanismos de «asimilación» (por ejemplo decir «fufanda» en vez de «bufanda»).

Sin embargo, puede considerarse retraso, y los padres deberán tomar medidas, si un niño de tres años presenta alguno de los siguientes errores:

  • Ceceo (pronunciación del sonido /z/ en lugar del sonido /s/): «zopa» en vez de «sopa».
  • Guturalización del sonido /r/: «togue» en lugar de «torre».
  • Sustitución de los sonidos que se articulan en la parte posterior de la boca (/k/, /g/, /j/, /ch/, /ll/ y /ñ/), por otro que se articula en la parte anterior (/t/, /d/, /s/, /l/ y /n/): «sapa» por «chapa» o «lave» por «llave»...
  • Omisión de las consonantes finales de las palabras: «baló» en vez de «balón».
Tartamudea

En ocasiones, a los tres o cuatro años aparece el denominado tartajeo fisiológico. El niño actúa como si fuese tartamudo (a causa de ciertos bloqueos musculares, su expresión verbal se interrumpe por la repetición innecesaria de sílabas y/o palabras).
Sin embargo, a esta edad no suele tratarse de una alteración del lenguaje, sino de una etapa normal en su evolución: el niño piensa más rápido y con mayor complejidad de lo que puede hablar. En estos casos, lo mejor es que aquellos que rodean al pequeño se comporten normalmente y no le angustien.

Un tartamudeo fisiológico no es un defecto y, por ello, no hay que intentar corregirlo. Si los padres lo detectan, deben seguir las siguientes pautas:
  • Dejemos que el niño termine las frases sin mostrar impaciencia y fijándonos más en lo que dice que en cómo lo dice.
  • No hay que rectificarle ni hacer observaciones sobre su aparente problema.
  • No es bueno insistirle en que repita las palabras.
  • No debemos dar importancia al problema y tampoco transmitir al niño ansiedad con palabras o gestos.
  • Nunca se debe regañar al pequeño por sus dificultades ni imitarle y, mucho menos, burlarnos de él por su forma de hablar.
  • Habrá que acudir al especialista solo si el problema continúa a los cinco años o si existen otros problemas de la fluidez del habla asociado a este, como silabeo o problemas de articulación.
Cambia el orden de las sílabas

A los niños de esta edad les resulta difícil pronunciar en el orden correcto las sílabas de las palabras largas o que tienen mayor complejidad: dicen «cocholate» en lugar de «chocolate», «comolotora» o «mocolotora» por «locomotora», etc. Pero, si no existen otros problema asociados, tales inversiones de sílabas suelen desaparecer espontáneamente después de algún tiempo, una vez que cumplen los cinco años. Sólo si las traslocaciones de sílabas persisten más allá de esta edad, o se resisten a los intentos de corrección, podremos hablar de un verdadero trastorno del habla. En este caso, habrá que acudir a un especialista.

¿Qué hacer?
  • Si existen problemas de inversión, lo primero es llamar la atención del niño sobre el orden correcto de las sílabas de las palabras problemáticas.
  • Le pediremos que repita tranquilamente la palabra, sílaba por sílaba, para que, después, intente decirla de un tirón.

¿Dislexia?

Propiamente hablando, sólo existe dislexia cuando alguien muestra dificultades de lectura y escritura, y estas no se deben a retraso mental o a la falta de educación.

La causa de la dislexia suele encontrarse en sutiles trastornos del lenguaje oral. Las dificultades que se observan en la lecto-escritura del niño disléxico son las mismas por las que atraviesa el niño normal de forma transitoria mientras está aprendiendo a leer y escribir, sólo que en el disléxico perduran más de lo usual. Por ello, la dislexia no se puede diagnosticar plenamente hasta los siete u ocho años.

¿Qué hacer?
Si detectamos en el niño inversiones de sonidos y problemas de pronunciación, debemos consultar con un logopeda cuanto antes.