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05 diciembre, 2008

Matronatación, ¡vamos a la piscina!

A los bebes les encanta la piscina porque se divierten y se sienten libres mientras fortalecen su musculatura y su autoestima. Por eso, la matronatación puede ser muy positiva para su desarrollo. Te contamos todo lo que hay que saber para que tu hijo disfrute en el agua.

El agua representa para el bebé el reencuentro con un medio conocido y placentero. Claro que una piscina no es comparable con la tripa de mamá, pero si ella o papá le acompañan, la experiencia le resultará muy agradable. La matronatación, que es como se conoce a esta actividad acuática entre padres e hijos, tiene otras muchas ventajas.

  • En principio, lo de menos es que el bebé aprenda a nadar. De hecho, hasta los tres o cuatro años no será lo suficientemente mayor para ser autónomo en el agua, y aún entonces deberá estar siempre vigilado por un adulto.
  • Cuanto más pequeño sea el niño (los seis meses es una edad perfecta para iniciarse), antes se aclimatará al agua y no le cogerá miedo. Y es que este elemento es el juguete más divertido para los pequeños que aún no caminan.
  • Por si eso fuera poco, mientras juegan y se divierten, fortalecen sus músculos, desarrollan la coordinación motora y el equilibrio, socializan con otros bebés, se relajan e incluso comen más y duermen mejor. Pero, tal vez, lo más importante es lo mucho que disfrutan jugando libremente y sintiéndose seguros en brazos de mamá o papá.
Normas básicas
  • No conviene empezar hasta los cinco o seis meses, cuando el bebé ya mantiene la cabeza erguida, su sistema inmunológico ha madurado y tiene puestas sus vacunas.
  • La temperatura del agua no debe bajar de 32 grados ni la cantidad de cloro superar el 0,6 por ciento.
  • Al principio, las sesiones deben ser cortas, de 10 ó 15 minutos, para que el bebé se vaya acostumbrando. Después no conviene sobrepasar la media hora, ya que aunque el niño disfruta, también se cansa.
  • Es recomendable entrar y salir del agua poco a poco, evitar que se asuste y no forzarle nunca a hacer algo que no quiere. A la salida hay que secarle inmediatamente y no dejarle solo en el agua ni cerca de ella en ningún momento.